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Gestión de personas vs RRHH

Gestión de personas y rrhh. En estas vacaciones he podido conversar con diferentes personas, aprovechando mi deformación profesional como Sociólogo, para conocer el estado motivacional de los empleados de nuestro país, transcurridos ya unos años desde el inicio de la crisis.

He hablado con empleados de diversa índole y cargos, de empresas, comercio e instituciones financieras, y encontrar a alguno que rompa en mí la triste percepción de la realidad por mí intuida, no es en absoluto nada fácil. Comprobar cuán lejos queda lo que nosotros, profesionales de la gestión de personas, defendemos, en parte produce en mí una profunda desazón, pero a la vez se convierte en un objetivo, el trasladar los beneficios, tanto para el empleado como para la organización, de una gestión del capital humano basada en el compromiso y la motivación.

Se habla mucho de gestión del talento, engagement, motivación, etc, pero, ¿para qué colectivo? ¿Mandos medio-altos y altos? ¿Y los demás empleados de la empresa?

Asistí hace unas semanas a una jornada sobre gestión del talento, en una importante escuela de negocios, y unos días después quise comprobar de primera mano, hablando con un empleado de una de estas grandes empresas participantes, si lo que allí escuché era cierto. Lo que él me contó, concretamente director de una sucursal bancaria, no es precisamente gestión del talento. Lo de este empleado no era una actitud aislada hacia él. Otros empleados, de menor rango, me ratificaron lo conocido. Su motivación y compromiso estaban en niveles mínimos. Este no es un caso único.

Si se pretende ganar competitividad con una política de rrhh ya caduca, y no de gestión de personas, es un error, y si además  le añadimos rebajas salariales, el cóctel desmotivador está servido. No pretendo generalizar, pues sería injusto y no real, pero lo que he descrito es mucho más habitual de lo deseable. Comprometer y motivar son dos armas muchísimo más efectivas que la coerción, la amenaza o las malas maneras. Si al conocimiento no se le trata como es debido, y éste está en cualquier rincón de la empresa, lo único que se consigue son autómatas humanos,  que lo que desean es percibir su salario a final de mes y finalizar su jornada laboral lo antes posible, importándole mínimamente la calidad de su producto o servicio.

Se ha demostrado que en un puesto dado los mejores desarrollan una mayor productividad (entre un 48% y 120%) que los no comprometidos.

De la misma manera forma que a una máquina no se la trata a martillazos para que rinda al máximo, absurdo es que a las personas se las trate con displicencia, pues el índice de productividad de la empresa se verá resentido por razones obvias.

Lo más triste es que ni gobierno, ni patronal, ni sindicatos apuesten decididamente por fomentar una política de gestión de personas, en la que se prime la motivación y el compromiso del empleado, después de las rebajas salariales de estos últimos años, pues el bienestar de los empleados no radica sólo en una mejora contractual o salarial. La felicidad en el lugar de trabajo es un poderoso agente motivador y de compromiso.

Si  los salarios han bajado, aumentos, cuando los hay, por debajo del ipc, y/o más horas trabajadas por el mismo precio, lo mínimo deseable para intentar conseguir un compromiso empresa-empleado, desde el área de la gestión  personas, sería proporcionar un salario emocional con el objetivo de aumentar la competitividad de las empresas, de lo contrario, si se sigue por el actual camino, este país se convertirá en la China del sur de Europa, como algunos parecen desear.

Manel Macià Martí

Director de TALENTIA GESTIÓ 

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