Sociedad y Justicia
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Presentó la ONU informe sobre progreso del sector femenino mundial

Mujeres en AL, aún en desventaja laboral frente a los hombres

Las remuneraciones también son inferiores, pues cobran 19 por ciento menos que el sector masculino

Llaman a cuantificar el crecimiento de los derechos humanos más allá del PIB

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Con frecuencia, las mujeres están relegadas a empleos de mala calidad y con salarios bajos, asienta la ONU en su informe. En la imagen, una policía en operativo de vigilancia contra acoso masculino en el MetroFoto Alfredo Domínguez
 
Periódico La Jornada
Martes 28 de abril de 2015, p. 35

El empleo femenino en América Latina y el Caribe experimentó el mayor aumento entre todas las regiones en el mundo, al pasar de 40 a 54 por ciento entre 1990 y 2013; sin embargo, las mujeres aún están muy lejos de la participación de los hombres (80 por ciento).

El informe El progreso de la mujeres en el mundo 2015-2016: transformar las economías para realizar los derechos, que presentó ayer ONU Mujeres, pone en relieve también las brechas persistentes en las remuneraciones de hombres y mujeres, ya que, a escala global, ellas cobran en promedio 24 por ciento menos que la población masculina. En América Latina esta cifra es de 19 por ciento.

Con demasiada frecuencia, las mujeres están relegadas a empleos de mala calidad y con remuneraciones bajas. Además, 59 por ciento de sus empleos en América Latina son informales, sin amparo de la legislación laboral ni protección social; al tiempo, 17 de cada 100 trabajadoras económicamente activas son de tipo doméstico remunerado.

Trabajo doméstico no remunerado

El documento agrega que el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado sigue recayendo de manera desproporcionada sobre las mujeres. En los países de la región que cuentan con encuestas de uso del tiempo se evidencia que ellas hacen entre dos y cinco veces más trabajo de cuidado y doméstico no remunerado que los hombres, lo que limita sus oportunidades educativas, laborales y les deja menos tiempo para el descanso, ocio o participación política.

También el documento señala cómo las economías han fallado en garantizar a las mujeres su empoderamiento y el pleno ejercicio de sus derechos económicos y sociales, tanto en países ricos como en los pobres.

Plantea además que la transformación de las economías para lograr que los derechos femeninos sean una realidad es posible mediante la formulación de políticas económicas y de derechos humanos que promuevan cambios de gran alcance.

En el informe, que fue presentado en forma simultánea en México, Alejandría, Bangkok, Londres, Nairobi, Nueva York y Sidney, ONU Mujeres sostiene que una economía que tome en cuenta las necesidades de este sector de la población proporcionaría igualdad en la toma de decisiones económicas, desde la manera en la que se invierte el tiempo y dinero en sus hogares hasta cómo se asignan a escala nacional y el modo en que se establecen los parámetros económicos más generales de instituciones mundiales.

Si la economía trabajara para todas ellas, sus opciones en la vida no estarían limitadas por estereotipos de género, estigmas ni violencia, y podrían disfrutar de una independencia económica que les permitiría mantener un estándar de vida decente, desde el nacimiento hasta la vejez, señaló Luiza Carvalho, directora regional de ONU Mujeres para América Latina y el Caribe.

Se necesita con urgencia una agenda transformadora que permita mayor igualdad y distribución para construir economías que funcionen para las mujeres y los hombres por igual. Nuestra región está avanzando, pero requerimos acelerar el ritmo hacia la igualdad sustantiva en los hechos, señaló.

Acompañada del superintendente de Control del Poder de Mercado de Ecuador, Pedro Páez Pérez; la presidenta del Centro para la Autonomía y Desarrollo de los Pueblos Indígenas de Nicaragua, Myrna Cunningham, y de la presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres, Lorena Cruz Sánchez, la funcionaria de la ONU añadió que “las políticas macroeconómicas pueden y deben respaldar el cumplimiento de los derechos de las mujeres, creando economías dinámicas y estables, generando empleos decentes y movilizando recursos para financiar recursos públicos y esenciales.

Los gobiernos deben ir más allá de antiguas métricas de crecimiento como el PIB y la baja inflación y, en cambio, cuantificar el crecimiento en términos de cumplimiento de los derechos humanos.