Una Barcelona en femenino y feminista

Una Barcelona en femenino y feminista

Barcelona en Comú

05/05/2015

Este artículo se enmarca en el espacio que hemos abierto para que las candidaturas políticas que se presentan a las próximas elecciones en el Estado español expliquen sus discursos y propuestas en clave feminista.  Pincha aquí para consultar el índice de todos los artículos recibidos y las pautas para mandar el de tu candidatura.

Autor: Miguel Gallardo, Movimiento de Liberación Gràfica de Barcelona (MLGB)

Autor: Miguel Gallardo, Movimiento de Liberación Gràfica de Barcelona (MLGB)

Queremos explicar, desde un espacio amigo para todas nosotras como es Pikara Magazine, qué hay detrás de frases como “Barcelona tiene nombre de mujer” o “apostamos por poner en el centro de la política la sostenibilidad de la vida”, que en Barcelona En Comú se repiten como mantras.

Por un lado, la fuerza y convicción de Ada Colau con las políticas de género es un reflejo de la convicción de todo el equipo de Barcelona En Comú; y, por otro, se reconoce el tremendo esfuerzo de un eje de género y diversidad sexual en el que han confluido activistas feministas y LGTBI, reconocidas activistas de movimientos sociales, académicas, expertas en temas específicos como coeducación, violencia, ocupación… y otras tantas mujeres sin etiqueta que creen en el proyecto que supone Barcelona en Comú para la ciudad condal. Todo ese empeño se ha unido para diseñar una ciudad comprometida con el bienestar.

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Barcelona ha sufrido en los últimos años una creciente brecha social entre los 73 barrios que la forman, y se ha llegado a unos niveles de desigualdad sin precedentes. Las diferencias económicas han aumentado, e incluso se traducen en diferencias importantes en la esperanza de vida: 81 años de media en Sant Gervasi y 73 en el Raval. Tras estos datos hay un gobierno que ha agravado las diferencias con inversiones desiguales (los dos distritos con menor renta son los que menos inversión per cápita reciben en los presupuestos de 2015) y que ha diseñado un modelo de ciudad al servicio de la empresa privada y para un único perfil de ciudadano, que es masculino, autónomo y de clase media.

En Barcelona vivimos 844.070 mujeres, de un total de 1.602.386 habitantes. Y vivimos marcadas por la precariedad que establecen las diferencias salariales, la segregación laboral (tanto vertical como horizontal) y los altos índices de contratos temporales y parciales, mayoritariamente femeninos. Todo ello se ve agravado por una tasa de paro que llega al 41,7% en edades comprendidas entre los 30 y los 54 años. Tenemos peor salud, mayor pobreza y, además, sufrimos el azote de la violencia machista que no cesa (ha afectado a más del 26% de barcelonesas a lo largo de su vida). Cinco mujeres murieron en 2014, una de ellas después de ser atendida por los servicios municipales.

Mientras los datos nos muestran la precaria realidad de muchos hogares de Barcelona, hasta el punto de que una de cada cinco criaturas se encuentra en riesgo de pobreza y 2.865 están en situación de malnutrición, el gobierno municipal ha destinado recursos a empresas privadas sin que esto se haya traducido en más oportunidades laborales; ha olvidado impulsar políticas activas de ocupación. Se ha frenado el desarrollo de escuelas infantiles, y se ha dejado fuera al 30% de familias que piden plaza; tampoco se han cubierto las necesidades de atención a las personas mayores. Para qué hablar entonces de perspectiva de género, si el presupuesto que se dedica a promover la igualdad y luchar contra la violencia no pasa del 0,25% del total.

Frente a esta situación, la apuesta clara de Barcelona En Comú pasa por reconocer que hay muchas y muy diferentes formas de vivir la ciudad y que todas deben tener espacio y voz. Queremos hacer política de otra manera, tomando decisiones colectivas, abriendo las instituciones a través de mecanismos de transparencia y de participación activa para que sean las personas y no los lobbies quienes decidan cómo debe ser nuestra ciudad, escuchando y obedeciendo a la ciudadanía. Recuperar valores como la solidaridad, la cooperación y verterlos en la convivencia entre el gobierno municipal y la ciudadanía, feminizando la política.

Partiendo de esta base, que es el cimiento ineludible del cambio, proponemos diseñar la ciudad entre todas, desde el empoderamiento de la ciudadanía, escuchando a las entidades y movimientos feministas, LGTBI y de todo tipo, que desde su experiencia nos enseñan cómo acabar con el terrorismo machista, cómo mejorar la salud de las mujeres, cómo diseñar redes comunitarias de cuidado y hacer responsables a las instituciones de la vida de las personas y sobre todo de aquellas que necesitan ser cuidadas, entre otras muchas cosas. Queremos apostar también por nuevas formas de gestión de lo común que incorporen al tejido social, comunitario y cooperativo. Construir conjuntamente soluciones a los problemas que tenemos, y aprender y dar apoyo a los espacios comunitarios de acción son tareas pendientes y muy necesarias.

Poner a la vida y a las personas en el centro de las políticas del Ayuntamiento implica priorizar la garantía de una existencia digna a toda su población, empezando por las personas más vulnerables; lo que nos lleva a proponer medidas concretas para promover el derecho a la vivienda, a la alimentación y a la movilidad y la disponibilidad de suministros básicos, así como a potenciar la salud y combatir la contaminación.

Implica tomarnos en serio de una buena vez el cuidado de las personas, repensando la ciudad y los servicios públicos a partir de la vulnerabilidad, la interdependencia y la diversidad que nos caracteriza, recordando que TODAS Y TODOS necesitamos a lo largo de la vida ser cuidados y que el bienestar común debe ser el centro ineludible de lo público. Para ello habrá que impulsar en mayor medida los servicios para el cuidado y la atención a las personas -en particular los de promoción del envejecimiento activo, autónomo y saludable, los dirigidos a las personas con diversidad funcional y la educación en la pequeña infancia y los espacios familiares municipales- y apostar por unos espacios públicos en los que convivir no sea ni un reto ni un arte.

Apostamos también por un modelo de salud amplio que abarque desde el sistema educativo, los propios servicios de salud, los programas de inserción social y las políticas familiares, sociales y ambientales. Una ciudad que se comprometa seriamente con la lucha contra la violencia machista, la lesbofobia, la bifobia, la homofobia y la transfobia, no sólo desde la atención sino también desde la prevención, la transformación profunda de los valores sociales y la visibilización institucional del carácter profundamente antidemocrático de estas violencias.

En resumen, queremos cambiar el modelo de ciudad y ponerlo al servicio de la ciudadanía, reducir las diferencias entre los barrios y apostar por transversalizar el género en todas las políticas del Ayuntamiento de Barcelona. Para ello, debemos superar el enfoque sectorial y fragmentado basado en las competencias para avanzar hacia una elaboración de políticas que en su lugar parta de los problemas sociales -complejos, integrales y que requieren de múltiples abordajes para hacerles frente. Una Barcelona feminista no será posible si seguimos relegando a un área sectorial “de la mujer” o “de la igualdad” la responsabilidad de diseñar, implementar y evaluar las políticas de género. Desde Barcelona En Comú situamos como una prioridad transversal del conjunto de políticas del Ayuntamiento la lucha contra las desigualdades y discriminaciones por razón de género, identidad y orientación sexual.

Esto quiere decir que necesitamos reubicar y reforzar el área desde la que se trabajan las políticas de género para que sea efectivamente un espacio de dinamización, seguimiento y soporte del conjunto del gobierno a la hora de incorporar la perspectiva de género. Debe tener un papel mucho más activo en generar y difundir el conocimiento sin sesgos sobre las necesidades de mujeres y hombres, y cooperar con el resto de áreas sectoriales en la revisión de las prioridades y los objetivos de las políticas municipales. En la práctica esto significa formar al personal del Ayuntamiento y establecer referentes en este tema en todas las áreas; evaluar sistemáticamente el impacto de género y elaborar los presupuestos con enfoque de género; adaptar los sistemas de información para que se cuente con datos desagregados y se analicen con perspectiva de género; incluir cláusulas de igualdad en contratos, convenios y subvenciones; establecer espacios amplios y eficaces de coordinación interseccional, y garantizar la paridad en nombramientos y tribunales de selección, entre otras cuestiones.

Y significa, como valor añadido, tener una mujer alcaldesa. Ada Colau sería la primera mujer de la historia del Ayuntamiento en ocupar la Alcaldía y la primera también que llegaría al consistorio para compartirlo con la gente. En definitiva, desde Barcelona En Comú conocemos la realidad de la ciudad, sabemos lo que hay que hacer para transformarla y, sobretodo, contamos con un equipo de personas conscientes de que sólo es posible construir el sueño de una Barcelona en común, social y democrática con las mujeres y para las mujeres, en beneficio de todas y todos.

 

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